sábado, 27 de marzo de 2010

Día 02 - 09:19 Hs.

El aire enrarecido me hace estornudar, mucho polvo acumulado. Distingo tenuemente las siluetas de los objetos a mí alrededor. Un bargueño apoyaba su inerte humanidad sobre la oscura pared. La lámpara de techo presumía con su tenue vislumbre, sofocada por el polvo persistente. Mis ojos no se acostumbraban a la escasa luminosidad. Mis sentidos se agudizan a causa del infrecuente silencio. Un desván extraño, pues, algo inquietaba el ánimo. Algo se movía sigilosamente en la pared. No sé si es real o es un juego de mi imaginación a causa del encierro y el ambiente enrarecido. Vuelve la tenue angustia que atenaza mi garganta y oprime el corazón. Algo se agita, late y se mueve en este misterioso desván. Vuelve el miedo y mi imaginación se altera ante la posibilidad de un arácnido, al cual tengo pavor desde chico. El miedo siempre está relacionado con algo y soy consciente que estoy ante un problema al cual debo comprender, no vencer. Resistir, dominar, batallar contra él, o erigir alguna defensa, es sólo crearme mayor conflicto. Si, en cambio intento comprender este miedo, penetrarlo plenamente paso a paso, explorar todo su contenido, confío en que jamás volverá en forma alguna. Me pregunto, mientras mi mirada huidiza recorre los rincones, porqué tengo la idea de que es una araña la que según mi imaginación me acecha. Veo que mi miedo se basa en la idea y no en los hechos. Algo, de repente, roza mi rodilla; retrocedo, tropezando, llevándome algo por delante. Es una araña, no hay duda, todavía siento sus patas al frotar mi piel. La angustia vuelve. Por mi mente pasan como un calidoscopio un sinnúmero de escenas e imágenes que impregnan mi memoria relacionadas con los arácnidos. Ahí comprendo que tengo una forma de pensamiento que me condiciona; que no tengo miedo al hecho en sí, si no a la idea acerca del hecho. Mi miedo no es a la araña en sí, si no a lo que creo que ella es. Veo que la idea previa acerca del hecho crea el miedo. El miedo proyecta un símbolo que representa el hecho. El miedo es una reacción ante una idea. Es la aprensión acerca del hecho, de lo que la araña pudiera ser o hacer. Mientras el pensamiento califique al hecho tiene que haber miedo. Mi mente ha creado este miedo. Siendo la mente el proceso de pensar, no puedo pensar sin palabras, sin imágenes. Imágenes que son prejuicios, aprensiones que se proyectan sobre el hecho y de ahí surge mi miedo. Comprendo que al alimentar ese hecho, esa idea, ese pensamiento creo una forma de pensamiento que le da continuidad, que le da vitalidad, que le infunde vigor. Cuando capto un sentimiento sin denominarlo veo que se debilita hasta desaparecer. Mientras el polvo enrarecido flota en la densa penumbra, siento que mi mente se aplaca, dejando de lado el preconcepto, la idea. Sólo me quedo con el hecho; un arácnido que se desliza suave pero sigilosamente por mi pierna para desaparecer en la oscuridad. Ese hecho inofensivo me hace comprender que he vivido muchos años conflictuado por una ilusión, por una creación de mi lúdica mente. El cierzo de otoño, se filtra por una rendija melancólica del vidrio que alguna vez la acompañó. Sacudiendo un poco el polvo de ese foco, que es testigo involuntario de una sombra que sigilosamente es abosorbida por su luz.

2 comentarios: